EL OTRO CHIMPANCÉ


 “Por eso una es la muerte de los hombres, y de las bestias, e igual la condición de entrambos: como muere el hombre, así también aquellas mueren: del mismo modo respiran todos, Y NADA TIENE EL HOMBRE MÁS QUE LA BESTIA: TODO ESTÁ SUJETO A VANIDAD”
Eclesiastés III: 19, Biblia Vulgata Latina, trad. Phelipe Scío de San Miguel

En 1962 los doctores Emile Zuckerkandl y Linus Pauling fueron los primeros en observar que existe una relación entre la cantidad de sustituciones aminoacídicas de la hemoglobina  (o cambios fijados en proteínas genéticas) y su tiempo de divergencia. Tal relación es llamada tasa de sustitución (cantidad de sustituciones por unidad de tiempo) y se ha establecido en un principio que es constante, comportándose como un “reloj molecular”. Una vez que se establece dicha tasa de sustitución de las mutaciones en el ADN de una especie determinada es posible elaborar una historia evolutiva susceptible de ser corroborada por la evidencia fósil. Nuevas observaciones (trabajos de Vincent Sarich y Allan Wilson de 1967) han detectado tasas diferenciales de sustitución (velocidades disímiles) en las proteínas lo que ha llevado a que el doctor Motoo Kimura formulara en 1968 la Teoría Neutralista de la Evolución Molecular, considerada una opción algo distinta respecto a la Teoría Clásica de la Selección Natural de Charles Darwin. A pesar de que se han realizado objeciones serias respecto a que las tasas de sustitución y mutación sean constantes, lo que obliga a cruzar permanentemente los datos genéticos con la evidencia fósil, se acepta que constituye un aporte importantísimo en la investigación de la evolución orgánica en general, en la construcción de árboles filogenéticos y en la sistemática molecular.
Los datos genéticos han sido resistidos, y aún lo son, por el oficialismo académico antropológico (representado por los Leakey, David Pilbeam, von Koenigswald, Bjorn Kurten y otros). El dogma de las características homínidas utilizadas para identificar posibles ancestros del Hombre fijaba la separación primates antropoides y homínidos en el entorno de los 40, 30, 20 o 15 millones de años. Tres distintas técnicas: la de combinación de cordones de ADN, el método de secuencia de moléculas de proteína y el de reacciones inmunológicas, han revolucionado el ambiente del estudio de nuestros orígenes. La evidencia de que el ser humano y el chimpancé (más específicamente el Bonobo) comparten entre el 96 y el 98,5% del ADN ha hecho acercar la separación evolutiva de ambos en los 5 o 6 millones de años. De hecho los cálculos originales del biólogo molecular Vincent Sarich y del antropólogo Allan Wilson, de la Universidad de Berkeley, basados en el estudio de las diferencias en la seroalbúmina (a través de la técnica de reacciones inmunológicas) arrojaban una cifra de no más de 4 millones de años para la separación entre humanos y chimpancés.
Según este criterio tres especies de "chimpancés" existirían en la actualidad (Jared Mason Diamond acuñó la expresión “tercer chimpancé” para referirse al ser humano): el chimpancé propiamente dicho (separado del gorila hace 8 o 9 millones de años), el hombre (separado del chimpancé común hace 6 millones de años) y el bonobo (separado del chimpancé común hace 2 o 1 millones de años). De hecho algunos taxonomistas han propuesto aplicar el género Pan u Homo a las tres especies. La nomenclatura oficial llama Pan troglodytes (Blumenbach, 1775) al chimpancé común, Pan paniscus (Schwarz, 1929) al bonobo y Homo sapiens (Linneo, 1758) al hombre moderno.
La resistencia a aceptar al ser humano como un chimpancé más (o al chimpancé como a un humano más) es un relicto subsidiario de la falacia antropocéntrica, una creencia profundamente arraigada en el inconsciente colectivo de la humanidad de que el ser humano es una manifestación natural o cósmica separada del resto de lo creado. De hecho hasta no hace mucho tiempo era un dogma establecido que lo humano nada tenía que ver siquiera con lo animal; y aun los hay que se horrorizan ante la sola idea de considerarlo. Pero el hecho es que no somos otra cosa que animales, no tan distintos genéticamente de una bacteria y aún menos que cualquier simio. Un tercio de los genes de la levadura se corresponden con el genoma humano. En los seres vivos pertenecientes a grupos próximos la diferencia es casi invisible. El ratón tiene 3 millones de pares de bases de ADN, igual que los humanos, y 40.000 genes, lo mismo que los humanos. Ciertas secuencias del ADN del ratón son indistinguibles de las secuencias humanas. Claro está, estamos hablando de dos especies completamente diferentes. Si ponemos estos datos en contexto no parecen tener mucha base las críticas respecto a que las diferencias genéticas entre humanos son tan insignificantes (0.01% de los genes) que no se puede hablar de grupos biológicos o “raciales”. En este sentido podríamos decir que humanos y ratones son la misma cosa. Básicamente lo que queremos decir es que la genética ha borrado la distancia antes considerada sideral entre las especies, planteando nuevos desafíos a la forma en que hemos visto la evolución de los seres vivos y también la forma en que nos vemos a nosotros mismos.
El humano es una especie perteneciente al dominio (o superreino) Eukaryota-clado Unikonta-subclado Opisthokonta, reino Animalia o Metazoa, subreino Eumetazoa, superphylum Deuterostomia, phylum Chordata, subphylum Vertebrata-clado Craniata, infraphylum Gnathostomata-clado Teleostomi, superclase Tetrapoda-clado Amniota- subclado Synápsida-clado Sphenacodontia-subclado Sphenocodontoidea, clase Mammalia, subclase Theria, infraclase Eutheria o Placentalia, superorden Euarchontoglires-clado Euarchonta, orden Primates, suborden Haplorrhini, infraorden Simiiformes, parvorden Catarrhini, superfamilia Hominoidea, familia Hominidae, subfamilia Homininae, tribu Hominini, subtribu Hominina, género Homo. La especie es llamada Homo sapiens (Linnaeus, 1758). Se suele considerar al actual humano como parte de una única subespecie: el humano moderno (Homo sapiens sapiens), parte de una cepa surgida hace alrededor de 200.000 años en África, presuntamente a partir de Homo rhodesiensis o de Homo helmei.
El género Pan, que incluye dos especies conocidas, está incluido dentro de la subfamilia Homininae, tribu Homini; en cambio pertenece a la subtribu Panina, junto con los géneros extintos Ouranopithecus (Ouranopithecus macedoniensis), Sahelanthropus y Orrorin. Los estudios genéticos estiman que el chimpancé y el humano se separaron hace entre 6,3 y 5,4 millones de años.
Un estudio genético realizado en 2006 por el Instituto Tecnológico de Massachusetts y la Universidad de Harvard (Broad Institute), liderado por David Reich, profesor del Departamento de Genética de la Harvard Medical School, arrojó el dato de que el cromosoma X en humanos y chimpancés divergió 1,2 millones de años después que el resto de los cromosomas. Esto sugiere que tras una separación inicial ambas especies continuaron reproduciéndose entre sí hasta su separación final un millón de años después. Tal separación de ningún modo es mayor de 6,3-5,4 millones de años. Estos estudios sugieren un nivel de interfertilidad entre las especies de chimpancé y los humanos. Si contrastamos esta hipótesis con los datos fósiles, resultaría que el Sahelantrhropus, considerado el primer homínido auténtico por la mayoría de los antropólogos, cuya antigüedad ronda los 7 millones de años de antigüedad, estaría ubicado en la fase de no diferenciación entre humanos y chimpancés. Tal fase habría durado unos cuatro millones de años, durante los cuales se produjo hibridación frecuente entre ambas especies. Además el Toumaï, nombre con que se lo conoce al Sahelanthropus, formaría parte de una rama que desapareció ya que el hombre moderno hereda la separación del cromosoma X de una rama posterior en el tiempo. 
Los datos aportados por la genética introdujeron incertidumbre para una de las hipótesis estrella explicativas del origen de los humanos: la East Side Story. Formulada en 1994 por Yves Coppens, sostiene que la formación de la falla del Gran Rift a fines del Mioceno (unos 8 millones de años atrás) determinó que una comunidad de simios quedara aislada de las comunidades occidentales por una cadena de montañas en una región de sabanas y bosques abiertos. Esta presión medioambiental favoreció la tendencia al bipedismo en estos simios africanos orientales, mientras que los occidentales, inmersos en un ecosistema húmedo y selvático, no experimentaron grandes cambios hasta el presente. La hipótesis explica tanto el bipedismo de los homininos, como la separación entre éstos y los paninos. El problema es que tal separación se verificó no hace 8 millones de años, sino que lo hizo hace no más de 6 millones de años atrás. Por otro lado la vigencia de especies de homínidos bípedos en el Lado Oeste (West Side), así como el hallazgo en 2005 de dientes fósiles de chimpancés de 500.000 años de antigüedad en Lado Este (East Side), contradice la tajante división propuesta por Coppens. De todos modos la idea de que la formación de la falla tectónica del Rift Valley tuvo que ver con la conformación de la línea hominina no ha sido del todo abandonada y se la considera, en líneas generales, correcta.
Por otro lado existe la posibilidad tanto de que la hipótesis East Side Story de Coppens como la de que el Sahelanthropus es un candidato serio a ser el primer humano separado del chimpancé, estén en lo cierto. Tal posibilidad la brinda el nuevo modelo estadístico elaborado en el Field Museum de Chicago por un grupo de investigadores entre los que se encuentra Robert D. Martin, Richard Wilkinson y otros. Basados en la técnica del Reloj Molecular (tesis formulada por Émile Zuckerkandl y Linus Pauling en 1962, luego desarrollada por Vincent Sarich y Allan Wilson en 1967 y Motoo Kimura en 1968) establecieron que debe atrasarse hasta los 8 millones de años la divergencia entre chimpancés y humanos. De todos modos el margen de incertidumbre sigue siendo importante ya que no hay un acuerdo sobre la forma en que deben interpretarse los datos de la genética combinados con los del registro fósil de homínidos y primates en general.
El chimpancé común está dividido en cuatro subespecies: Pan troglodytes troglodytes (Blumenbach, 1775) o Chimpancé central (centroafricano), Pan troglodytes vellerosus (Gray, 1862) o Chimpancé de Nigeria, Pan troglodytes schweinfurthii (Giglioli, 1872)/Pan troglodytes marungensis (Noack, 1887) o Chimpancé oriental y Pan troglodytes verus (Schwarz, 1984) o Chimpancé occidental. Todas estas subespecies se encuentran bajo la amenaza de la extinción. El bonobo, a veces llamado chimpancé pigmeo, descubierto en 1928 fue reconocido como una especie diferente recién en 1929. Circunscripto a un área de selva húmeda al sur del río de Congo y norte del río Kasai, en la República Democrática del Congo, su población total (estimada en unos 10.000 individuos) está en serio riesgo de extinción.
Respecto a la población de simios de Bili (República Democrática del Congo), aún no se ha expedido definitivamente la comunidad científica sobre si considerarlos chimpancés comunes, una nueva subespecie o incluso una nueva especie. Las pruebas de ADN han determinado que se trataría de animales próximos al chimpancé, y sobre todo al chimpancé oriental (Pan troglodytes schweinfurthii). No obstante su tamaño (1,80 o 2 metros), la presencia inusual de cresta sagital muy pronunciada en los machos y la forma de los pies se corresponden más bien con los de los gorilas. Los nativos conocen a estos animales como “mata-leones”, y se ha señalado que, entre sus extrañas costumbres, tienen la tendencia a caminar erguidos sobre sus dos pies. Si bien existen testimonios de estas criaturas que datan de 1907, recién en 1927 el curador del Royal Museum for Central Africa de Tervuren (Béliga), Henry Schoutenden, analizó unos cráneos de 1908 procedentes de Bili y los catalogó como una nueva subespecie de gorila: Golilla golilla uellensis (por el río Uelle). En 1970 el antropólogo Colin Groves confirmó que se trataría de gorilas próximos a la especie occidental, algo de lo que se retractaría más tarde. Entre 1996 y 2003 el fotógrafo y conservacionista suizo Karl Ammann realizó varias expediciones a la zona, logrando registros fotográficos, moldes de huellas, restos craneales, rastros de “nidos” hechos en tierra (al modo de los gorilas), pelos y muestras fecales. Los análisis de ADN de los pelos encontrados por Ammann demostraron que los simios gigantes parecidos a gorilas eran en realidad chimpancés. En 2003 la primatóloga Shelly Williams logró filmar por un instante a una hembra con su cría. En 2004 Cleve Hicks, de la Universidad de Ámsterdam realizó un estudio sobre el terreno durante 18 meses de los simios de Bili, estableciendo aspectos de lo que parece ser una cultura chimpancé distinta a la de otros, desarrollada en relativo aislamiento y transmitida desde hace muchas generaciones.
El registro fósil del chimpancé actual es muy escaso. En 2005 se encontraron dientes pertenecientes a un posible ancestro al este del Gran Rift (Kenia) datados en 500.000 años, lo que sugiere que humanos y chimpancés coexistieron en el Pleistoceno medio. Existe amplia documentación respecto al uso de herramientas por parte de los chimpancés ya desde la década del 60 por parte de Jane Goodall. Recientemente surgieron los resultados impactantes de la investigación de campo (específicamente en el Parque Nacional Täi de Costa de Marfil y en el Parque Nacional de Loango en Gabón) de Christophe Boesch, director del Departamento de Primatología del Instituto Max Planck de Alemania, publicados en New Scientist en mayo 2009, donde se documentan 614 herramientas hechas por chimpancés, incluyendo cinco tipos de utensilios para extraer miel de las colmenas. Precisamente Chritophe Boesch, junto a Julio Mercader (Departamento de Arqueología de la Universidad de Calgary, Canadá) y otros investigadores trabajan en un yacimiento arqueológico datado en 4.300 años, situado en Noulo (Costa de Marfil) donde existen evidencias del uso de herramientas de piedra con la finalidad de romper nueces por parte de chimpancés prehistóricos. Se trata del único yacimiento arqueológico de ese tipo, y su importancia radica en que evidencia el desarrollo de una cultura tecnológica por parte de chimpancés en el pasado. Esta cuestión acerca más aun al chimpancé a los humanos, ya que demuestra que ambos comparten la característica de desarrollar una tecnología y transmitir su uso a través del tiempo.

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SAHELANTHROPUS TCHADENSIS: ¿EL PRIMER HUMANO?

Fuentes:
Montserrat Aguadé: Evolución molecular: el reloj de la vida, Mètode 28, 2000/2001, Universitat de Barcelona (http://metode.cat/es/Revistas/Monografics/L-arbre-de-la-vida/Evolucio-molecular-el-rellotge-de-la-vida)
Tendencias 21.net, martes 21 enero 2014: http://www.tendencias21.net/Humanos-y-chimpances-se-cruzaron-durante-4-millones-de-anos_a1005.html.
Sobre las investigaciones de Vincent Sarich y Allan Wilson: Sarich, V. M.; Wilson, A. C. (1967). "Immunological time scale for hominid evolution". Science 158 (3805): 1200–1203. doi:10.1126/science.158.3805.1200. PMID 4964406.  
HHMI. 2001. “The Genes We Share with Yeast, Flies, Worms, & Mice: New Clues to Human Health & Disease” (“Los Genes que compartimos con la levadura, las moscas, los gusanos y los ratones: nuevas pistas para la salud humana y las enfermedades”).
G.M. Rubin et al., “Comparative genomics of the eukaryotes,” Science 287 (March 24, 2000): 2210-11
http://www.actionbioscience.org/esp/genomica/hhmi.html (Comparación de los Genomas de las Especies, Instituto Médico Howard Hughes (HHMI), noviembre 2009).
Vincent Sarich & Frank Miele 2004 Race (the Reality of Human Differences)
1994 - El tercer chimpancé: origen y futuro del animal humano, Madrid, Debate, 2007, ISBN 84-8306-694-7
McBrearty, S.; N. G. Jablonski (01-09-2005). «First fossil chimpanzee». Nature 437 (7055):  pp. 105–108 (http://www.nature.com/nature/journal/v437/n7055/full/nature04008.html)
Julio Mercader, Huw Barton, Jason Gillespie, Jack Harris, Steven Kuhn, Robert Tyler, Christophe Boesch (2007). «4300-year-old Chimpanzee Sites and the Origins of Percussive Stone Technology». PNAS Feb
The Chimpanzee Stone Age, Max-Planck-Gesellschaft, Febrero 13 2007 (http://www.mpg.de/550270/pressRelease20070207)
ROFFMAN, I.; SAVAGE-RUMBAUGH, S.; RUBERT-PUGH, E.; RONEN, A. y NEVO, E. 2012. Stone tool production and utilization by bonobo-chimpanzees (Pan paniscus)  (http://www.pnas.org/content/109/36/14500.abstract)
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Mapa con la distribución actual de los chimpancés

Imágenes:
A bonobo named Kanzi makes sophisticated stone tools. According to anthropologists, the tools resemble those used by our ancestors. Photo: Elizabeth Rubert-Pugh/Great Ape Trust/Bonobo Hope Sanctuary

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